martes, noviembre 28, 2006

Back to the future and back again

No los ví la primera vez que visité Port de Paix en el extremo norte de Haití, pues estaba demasiado preocupado por las audaces maniobras de aterrizaje de la pequeña avioneta en la que viajaba como para reparar placidamente en el paisaje. Pero allí seguían erguidos, balanceando lenta y displicentemente sus hélices, la siguiente vez que llegué a la ciudad, en esta ocasión en helicóptero. Se trata de 5 generadores eólicos de electricidad, clavados en “La Tendrie”, un promontorio desde cuyos flancos se vigila sin tropiezos Port de Paix y el canal que lo separa de la Isla de la Tortuga.
Back to history. Hace 400 años estos mismos parajes fueron el epicentro de la piratería en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVII. Allende el canal, centenares de filibusteros, corsarios y bucaneros europeos se asentaron en la Isla de la Tortuga con el propósito de rapiñar el comercio español que transitaba desde los Reinos del Nuevo Mundo a la isla Hispaniola, en su escala final antes de zarpar hacia Cádiz. En breve tiempo la posición se convertiría en una preciada cabeza de playa para el juego estratégico de las potencias de la época.

Españoles, ingleses y franceses se disputaron la plaza en una agitada sucesión de eventos de la cual terminó siendo parte la fundación de Port de Paix en 1665. Con el tiempo, este asentamiento galo justificaría la reclamación del tercio occidental de la Hispaniola para Francia, gracias a una cláusula inserta por Luis XIV en el Tratado de Ryswick de 1697.

Fast-forward al siglo XX. Casi a finales de 1988, la hasta entonces Republica Federal de Alemania puso en marcha las 5 turbinas de la “granja” eólica de “La Tendrie”. Sincronizadas con la central termoeléctrica de Port de Paix, a la cual proveerían de 150KW adicionales de energía, la implantación futurista de estos 5 generadores eólicos abastecerían no solamente las necesidades crecientes de esta pujante ciudad sino también los requerimientos de todos los poblados del litoral hacia el este, hasta llegar a Anse à Foleur.

Hasta aquí es donde se puede hacer la cita mas o menos literal del los varios reportes que proclaman los beneficios del proyecto y su cuota de utopía ansiosa por llevar Haití al desarrollo. Ahora viene su quijotesco final. Ya desde el comienzo, los componentes electrónicos del sistema de control e interfase se revelaron extremadamente sensibles, lo cual resultaba en frecuentes fallas y los consiguientes cortes de suministro eléctrico. Al poco tiempo, el trajín obligado de reparar continuamente el sistema abultaba inesperada e insosteniblemente las cuentas de la empresa estatal de energía eléctrica. Así que sucedió lo que tenía que suceder, con apenas algo más de dos años de funcionamiento la “granja” eólica de “La Tendrie” fue cerrada en 1991. Luego vendrían el golpe militar y la invasión norteamericana para reponer al Presidente Aristide en 1994 y, por supuesto, en medio de las sacudidas políticas, la vandalización de los generadores eólicos.

El epitafio disparatado de los técnicos y expertos esconde sin saberlo parte del avatar de Haití: « il faut retenir qu’il ne suffit que d’un mauvais paramètre dans la définition et dans l’exploitation des centrales éoliennes pour que la pérennité de l’ouvrage soit remise en cause ».

El siglo XXI se vive en Port de Paix con una cadencia adormilada. Cinco mástiles ahora inútiles voltean a mirar ese pasado de piratas allende el Canal de la Tortuga.

miércoles, noviembre 22, 2006

Marronage

Más de un año de silencio, chapoteando en el pantano ágrafo tan familiar y tan ajeno. Y sigo en Haití. Atrás quedo el pequeño Camelot de Cabo Haitiano y el “big bang” trashumante de cada quien y cada cual. Nombres al viento: Manuel en su zigzagueo habitual entre España y Colombia (con breves paradas en México y Venezuela); Natalia resistiendo el retorno a Chile con un paréntesis en Nicaragua; Sandra viviendo el sueño que dejó de ser en Bolivia; Nipanema cerrando todos los ciclos y de vuelta a Tanzania; Pilar disparándole al futuro en Italia. De los que quedamos en la isla, Javi “chico” resiste desde Gonaïves y Georges toma un segundo oxigeno en Port de Paix. A mí me toca ahora recalar en Puerto Príncipe, su caos, su délabrement. Cumplo ya dos años de esta versión tan particular del mito del eterno retorno. No soy el único: con no menos de una década adicional a cuestas orbitamos juntos Ettore, Claudia, Lizbeth, Heiner, Andrea, Damian, Denis, Beatriz, Juan Manuel, Donna, Thierry y, con otros colores institucionales, Alvaro, Mercedes, Alejandro y Daniela. Vaya! Y con todo es posible que alguien se me haya quedado en el tintero… eso sin tomar en cuenta a los cientos de nuevos funcionarios desembarcados aquí para el presente round, incluyendo el breve paso del saliente Secretario General de la ONU, Kofi Annan. Al final del día son tantos los nombres, tantas las capacidades (e incapacidades) pequeñas, medianas y grandes, juntas y menos juntas y simplemente seguimos pifiando el tiro y Haití mantiene su camino irrevocable hacia el colapso. Nunca mejor analogía para este momento que la siguiente cita de Philip Roth en American Pastoral:

"The fact remains that getting people right is not what living is all about anyway. It's getting them wrong and wrong and wrong and then, on careful reconsideration, getting then wrong again. That's how we know we're alive: we're wrong. maybe the best thing would be to forget being right or wrong about people and just go along for the ride. But if you can do that -well, lucky you."